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Foto del escritorGelsey Varela

El corredor fantasma del "Cerro de Macuiltépetl"

¿Te imaginas que después de un fantástico día de campo con tu pareja, te quedes atrapado en un inmenso parque, tras de unas enormes rejas sin que nadie te pueda ayudar a salir?


En Xalapa existe un parque ecológico que se llama “Macuiltépetl”, su nombre viene del náhuatl ‘Macuil’ que significa cinco y ‘tepetl’, que quiere decir cerro. Lo anterior se debe a que hace muchos años se podían ver cinco picos de este volcán, no obstante, en la actualidad solo es posible observar dos de ellos. Este parque se encuentra en la parte más elevada de Xalapa, a 1,600 metros sobre el nivel del mar. Alguna vez fue un volcán que se extinguió hace 30 mil años y consta de una superficie de 31 hectáreas, que en su mayor parte son bosque, rodeado de la mancha urbana, se mantiene como un escenario para la recreación familiar y el deporte.

Los visitantes suelen ir para hacer ejercicio, caminar, conocer las especies del lugar, además, cuenta con museos que exhiben objetos históricos hallados en ese sitio, así como especies de la zona, hay juegos infantiles, un asombroso mirador desde el cual, puedes ver todo Xalapa y también es una excelente opción para ir de día de campo.

Una joven xalapeña de nombre Samantha con 27 años de edad, de piel blanca, grandes ojos cafés con pestañas rizadas, cabello lacio y sedoso, complexión media, de estatura mayor al promedio, carismática, risueña y con una voz angelical. Es licenciada en psicología y estudiante del doctorado en Neuroetología de la Universidad Veracruzana. Por si no lo sabían, la neuroetología es una disciplina científica que estudia el enfoque evolutivo de los mecanismos neurofisiológicos implicados en el comportamiento animal. Es decir, esta neurociencia, trabaja en aplicar estrategias que permitan descifrar las estructuras y funciones del sistema nervioso, que se encuentran involucradas en el desarrollo de las típicas conductas de especies animales diversas.

Samantha, tiene un novio llamado Gerson, que estudia el doctorado igual que ella, a diferencia de Samantha, él es una persona muy seria, tiene un carácter frío y cortante, es un tanto enojón y muy olvidadizo. Físicamente tiene la piel morena, cabello negro, es alto y de cuerpo atlético.

Dos científicos jóvenes con mentes brillantes, capaces de observar el comportamiento humano y brindar nuevas soluciones a las problemáticas de salud mental que existen en la actualidad. Pero en realidad son personas normales; como cualquier pareja de novios, les gusta viajar, salen al cine, al antro, a conciertos y también son amantes de la naturaleza.

El fin de semana pasado, Gerson y Samantha, decidieron pasar un día de campo en el Cerro de Macuiltépetl. Era un cálido día despejado, domingo 8 de enero del 2023, vestían ropa cómoda, jeans, una sudadera, tenis, gorra y gafas de sol. Durante la mañana fueron al super a comprar un poco de carne fresca, “arrachera” la favorita de Gerson, las más grandes salchichas que se encontraron en el mostrador, salchichas de un color rojo vibrante que la verdad no parece muy natural, también compraron un poco de queso y tortillas recién hechas.

Regresaron a casa después de las compras y cada uno de ellos metió en su mochila, un juego de cubiertos, un plato, una botella de agua fría, la comida que compraron y todo lo necesario para cocinar, utensilios, condimentos y un encendedor para prender el asador. Salieron de su casa y se dirigieron hacia el cerro de Macuiltépetl.

Cuando llegaron eran aproximadamente las 2 de la tarde, estacionaron su carro sobre la avenida principal, se bajaron del auto y se colgaron sus mochilas, había mucha gente, niños, niñas, jóvenes, adultos y personas mayores, todos disfrutando el aire fresco de la naturaleza, del ruido de las aves e insectos que se encontraban ahí, pasaron por una enorme reja y desde ahí caminaron por 40 minutos atravesando senderos hasta llegar al mirador, subieron a contemplar el paisaje y continuaron caminando hasta la punta más alta del cerro, donde hay un mausoleo que tiene forma de pirámide, el cual alberga los restos de algunos ilustres veracruzanos y junto se ubica el reloj solar.


Descansaron un poco sentados en una de las escalinatas de la pirámide, tomaron agua, el sol estaba tan fuerte que el sudor les escurría por la frente, después de tomar aire, bajaron hacia los asadores.


Alrededor de las 4 de la tarde, se instalaron en un asador que tenía una linda mesa hecha con troncos de madera y desempacaron sus mochilas. Recorrieron la zona en busca de ramas secas para poder prender el fuego y en menos de 5 minutos lo lograron, muy felices de su hazaña se pusieron a cocinar, comieron tranquilamente, luego Samantha se recostó sobre una cama de hojas secas y junto a ella se acostó Gerson, admirados de la altura de esos árboles se preguntaban: ¿cuántos años de vida tendrían?



Sin darse cuenta oscureció, solo quedaban ellos y otra pareja como a dos asadores de distancia, recogieron todas sus cosas velozmente sin percatarse que Gerson había olvidado su celular allí.

Se dirigieron hacia la salida principal que es por donde habían entrado, ya que hay más de un acceso al cerro.


Caminando con desesperación, sentían que no avanzaban y que estaban dando vueltas sin rumbo fijo. Para los que han visitado este lugar, podrán confirmar que los caminos suelen ser confusos y que en ocaciones no sabes si estas subiendo o bajando. Samantha sacó su celular para alumbrar el camino y en ese momento cuando Gerson quiso sacar el suyo, se dio cuenta que lo había olvidado y ya era muy tarde para regresar por el.

Finalmente llegaron a la entrada, la enorme reja estaba cerrada con dos grandes candados, el celular de Sam ya solo tenía el 7% de batería y para colmo cuando quiso realizar una llamada para pedir auxilio, su celular se apagó. Gerson empezó a gritar tan fuerte como pudo, para ver si alguien los escuchaba y les ayudaba a salir, sacudió con todas sus fuerzas la rejas sin lograr nada, de pronto la otra pareja llegó y justo de tras de ellos venia trotando un señor, vestido con ropa deportiva como todo un profesional, nunca levantó la mirada, la gorra que llevaba le cubría los ojos, sin decir nada topó con la reja, retornó y continuó corriendo de regreso.

Todos impactados de su serenidad y aterrados, se preguntaron si a lo mejor él conocía el camino para llegar a la otra salida. Gerson le gritó: - “¡Oiga señor, ayudenos! ¿Nos puede guiar hasta la otra salida?” A lo que el señor contestó sin detener su trote: -“¡Pues si me aguantan el paso, siganme!”.

Con mucho miedo, Gerson y Samantha se tomaron de las manos y se arrancaron a correr detrás del señor, tras de ellos la otra pareja también decidió hacer lo mismo, de nuevo al camino oscuro pero ahora sin la linterna del celular, el señor corría muy rápido, les llevaba como 20 metros de distancia y no podían alcanzarlo, la otra pareja cada vez se alejaba más, era casi imposible mantener el paso, no sabían que hacer, Samantha le decía a Gerson: -“Debemos esperarlos, no podemos dejarlos en medio del cerro”, mientras Gerson agitado le decía: -“No nos vamos a parar, lo perderemos y no vamos a poder salir de aquí”.

Luego de correr como por 20 minutos, notaron que ya casi llegaban a la segunda salida en la que el acceso no era controlado, voltearon a ver si aún venía la otra pareja y el chico venia corriendo cargando a su novia en su espalda, se les emparejaron y cruzaron juntos la salida, en cambio el señor no salió se volvió a regresar y antes de que se adentrara de nuevo en el bosque, desapareció. Todos se voltearon a ver asombrados y se fueron corriendo de allí despavoridos, a unas cuadras estaba su carro, se subieron de prisa, encendieron el motor y se marcharon. Durante el camino a casa, iban temblando, no podían ni hablar jamás les había sucedido algo igual, no existía una explicación lógica, mucho menos científica para comprender lo que les había sucedido.

Cronista: Gelsey Yareni Varela Castillo

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