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Foto del escritorRevista Relampagueando

La Crónica de mi Barrio “El Dique”



Autor: Carlos Arturo Nava Alarcón


Que gratos recuerdos, experiencias y buenos momentos he vivido en el barrio de “El Dique”, lugar que recuerdo desde el primer día que ingrese al kínder, de nombre María Enriqueta, ubicado mero en el corazón de este legendario barrio.

¿Cómo no recordar mi primer día en ese bonito jardín de niños?, Lo tengo bien presente, ¿Cómo olvidar la primera casa en donde viví con mi familia?, ubicada en la avenida Venustiano Carranza, para ser exactos, junto al negocio de gorditas de “La Güera”, ahí todo empezó, mis primeros amigos, mis primeros vecinos, los primeros compadres de mis papás y un sin fin de gente que, hasta la fecha, los seguimos viendo y saludando con cariño.


Retomando el ingreso al kínder, lo recuerdo mucho y por supuesto la foto que me tomo mi papá el primer día de clases, antes de irme a la escuela, me puso en medio de las enormes banquetas, junto a una jardinera. Ahí posando y sonriendo, mire a la cámara y recuerdo que estaba yo bien peinado y con mi gafete que decía mi nombre con letras grandes: Carlos Arturo

Se llegó la hora y mi mamá me dejó en la puerta de la escuela, entre corriendo de felicidad, mientras llegaba al salón, veía a muchos niños llorar y yo un poco pensativo, lo único que hice fue sentarme y esperar.


Todo marchaba bien durante la clase, conocí a muchos amigos, corrí por toda la escuela, me subí a los juegos, y después de un rato me cansé, me senté a tomar un poco de aire y fui al salón a traer mi lonchera y comer unas enfrijoladas que mi mamá había preparado.

Cuando me disponía a darle la primera mordida a mi rico desayuno, recuerdo a un compañero delgadito y con abundante bello en los brazos y en la cara, que corría y corría a toda prisa para poder alcanzar a otros compañeros que le habían quitado su comida, pobre…se cansó de tanto correr que después se quedó sentado y comenzó a llorar. Me acerqué a él y le invité de mi desayuno, pero me dijo que no, esa torta se la había preparado su mamá y que no quería otra cosa.


Supe en ese instante, que una parte de mi vida o de mi destino, estaba marcado para ayudar a las personas sin recibir nada a cambio y desde ese día también supe, que muchas veces al tratar de ayudar, también te trae problemas y eso fue lo que paso...

Me dispuse a perseguir a esos chiquillos que le habían quitado la torta a mi compañero, los alcancé y les pedí devolverlo, y lo único que conseguí fue un rotundo ¡NO! De un compañerito medio robusto y con cara de pingo, que se seguía burlando y lo único que conseguimos fue terminar de darnos unos buenos moquetes y acabar en la dirección.

Recuerdo bien a la maestra Lili, la recuerdo mucho, una maestra de tes muy blanca y con muchas pecas, me dijo: ¡Arturo, no tenías que pelearte!, es tu primer día de clases y ahorita que venga tu mamá le diré lo que acabas de hacer. Yo no decía nada y me quede esperando la hora de salida.


Llegó la hora y la maestra durante el tiempo que faltaba para salir de clases, sólo me miraba y me decía que no tenía que andar defendiendo a las personas, que nosotros solos teníamos que aprender a defendernos y si yo seguía así, me iba a meter en problemas, pero no le hice mucho caso, estaba contento de ver a mi compañero como disfrutaba su torta. (risas internas)

Ya a la hora de la salida, ya estando formado para salir, me di cuenta de que estaba lleno de polvo, mi pantalón sucio, mis zapatos casi rotos y todo despeinado, junto con mi gafete en la mano todo roto. Aún recuerdo la cara de mi mamá cuando iba llegando a la reja, con cara de asombro le pregunto a la maestra, ¿Qué le paso? Y la profesora sin dudarlo, me acusó ¡Ay, señora! Pues carlitossss, por andar defendiendo a su compañero, le pegó a un niño y terminaron revolcándose, ¡Mire nada más como terminó!


Mi mamá solo me dio la mano y nos fuimos a la casa, caminando rumbo, no menciono nada, yo creo que se quería reír de verme todo así sucio y despeinado, pero su silencio se terminó llegando a la casa, casi me dijo las mismas palabras que la maestra: “Si sigues defendiendo a los demás, siempre te vas a meter en problemas, no lo hagas”.


Fue así como mi destino estuvo marcado y durante la etapa de mi adolescencia y adultes, siempre ayudé a los demás sin recibir nada a cambio, pero desde niño supe que las injusticias nos las iba a dejar pasar como si no pasara nada.


La etapa de la primaria, la estuve cursando en la escuela Josefa Murillo, ese plantel educativo tan representativo de Xalapa y uno de los más antiguos, que durante esa etapa conocí a mis primeros amigos y vecinos del barrio; el Zeus, su hermana Yani, otro vecino y amigo Wenceslao que le decimos “ito”, y sus hermanos mayores que siempre nos cuidaban. Que grandes momentos de mi infancia viví ahí, la güera mamá del "ito", nos regalaba antojitos cada vez que jugábamos al “día de campo”, ocupábamos unas rejas de madera y unas cobijas, hacíamos nuestros campamentos durante la noche y cenábamos muy rico.


Después de algunos unos años, nos fuimos a vivir ahí cerca, en la calle Mártires de Xalapa, ahí conocimos a nuevos amigos, al Miki, al Basura, al Javi, al Cristian, al Pollo, al Zenga, al Tiburón, al Nayo, al Chucho Jacome, al Pit y al Memo Pineda, por mencionar algunos de los que nos hicimos buenos amigos, mis hermanos y yo, que siempre andaba de pata de perro con ellos, principalmente salimos a echar la cascarita.


Pero conforme íbamos creciendo, me di cuenta de la esencia de formar parte de un barrio, ahí supe la hermandad y la confianza cuando salías a la calle y todos te saludaban, saludabas a todos los que vivíamos a cuadra y media de la iglesia, hoy nombrada Basílica Menor; yo me sentía muy a gusto, era una época muy bonita, pero a su vez, el mismo barrio también te hacia forjar tu carácter.


Mi hermano Héctor y yo, desde muy pequeños nos gustó jugar futbol, ahí conocimos a todos los niños del barrio que prácticamente todos jugaban, teníamos aquellos enormes campos de futbol, llamados “Los Campos Juárez” (hoy la USBI) llenos de mucha tierra y donde se disputaban diferentes encuentros de diversas categorías.



Empezamos jugando en el APECUV y después terminamos en “Los Delfines Xalapa”, grandes partidos y grandes anécdotas de grandes jugadores, recuerdo a excelentes futbolistas del equipo GRANDE de Delfines, su portero “El Gori” los hermanos Olmos, quienes eran un inspiración para nosotros que íbamos del barrio y los veíamos como disputaban las finales en el campo “El Quirasco”, y como olvidar al gran entrenador que tuvimos en Delfines, a “Cuco”, que le agradezco infinitamente las veces que iba por nosotros, tocaba fuerte la puerta ; ¡toc! ¡toc! ¡toc! Doña Reyna, decía, ya vengo por los muchachos, al ratito se los traigo… y así salimos disparados de la casa para subirnos al carro e irnos a jugar. ¿Cómo olvidar a Cuco?, su bigote bien tupido, de tes morena, chaparrito y con su gorra de tipo trailero que en esa época estaba de moda. ¡Que chida infancia!



Después, hubo un cambio repentino en los inicios de mi adolescencia, en primero de secundaria, nuestros padres nos dan la noticia que nos teníamos que ir de esa casa. Ese lugar donde aprendí como se cuida un barrio, como se defiende, y donde conocí a mis amigos de la infancia, la noticia prácticamente fue un balde de agua fría, irme de ahí y no poder volver a ver a los amigos y vecinos que tanto apreciaba.

Pero no todo era malo, mis papás con esfuerzo habían adquirido una casa propia cuadras más adelante, en la colonia Francisco I Madero, aunque no estaba tan lejos me sentía raro empezar de cero y buscar a nuevos amigos y vecinos, al principio estaba triste, pero con el tiempo y con el paso de los años seguía frecuentándome con aquellos que deje en mi queridísimo barrio de El Dique.

Y cómo no extrañar ese barrio tan emblemático de Xalapa, cuna de grandes deportistas, de grandes músicos, artistas, de profesionistas, pero sobre todo de gente buena y trabajadora, que día a día le dieron el renombre a este gran barrio.

Quien no ha paseado y admirado sus lagos, su casa de artesanías, rodeado de bellos paisajes y emblemáticos edificios que albergan las diferentes facultades de la Universidad Veracruzana.

Hoy por hoy, sin duda, el barrio ha ido evolucionando, su gente se organiza para cuidarlo, realizan rondines ante la ineficacia de las autoridades encargadas de vigilar. Hoy existen cuadrillas de vecinos que gestionan para su comunidad, que limpian el frente de su casa, que cortan los árboles, que sacan la basura, tratando de concientizar a las nuevas generaciones sobre la importancia de cuidar su entorno.

Sin duda El Dique ha alcanzado grandes cosas, hoy ya es un atractivo turístico de Xalapa, que busca estar y permanecer como referente de la capital, me da gusto que se estén organizando ante las autoridades municipales y estatales para obtener la denominación de “Barrio Mágico”, no tengo duda que si lo lograrán con el apoyo de todos.

Comparto información que dio a conocer el secretario de turismo a nivel federal, Miguel Torruco Marqués, y lo que se busca para denominar un Barrio Mágico.

“El Barrio Mágico representa un espacio en el que se combinan diversos elementos, que lo hacen único e irrepetible: historia, cultura, gastronomía, productos y servicios, así como la convivencia de la población local con los visitantes. Es un lugar donde se puede descubrir el ‘espíritu’ y esencia de una ciudad”, declaró el funcionario federal.


¡Ya para terminar! Cuando anden por la calle de Mártires de Xalapa, los viernes se pone buena la rumba en el Bar El Pato, lugar para disfrutar con un gran cantante, mi brother, “Cristian” que tiene un pinche voz chingona y se avienta unas buenas rolas de Salsa.


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