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Foto del escritorStefy Vargas Galindo

LO QUE PUDO SER EL PRIMER MULTIHOMICIDIO EN XALAPA



Una niña por el año 2001 estuvo a punto de cometer un multihomicidio en una escuela primaria, su aspecto descuidado, un poquito pasada de peso, su cabello color castaño obscuro enredado y esponjado. Su uniforme desteñido, dos tallas más grandes porque su mamá le decía “para que te dure, hija”. Los zapatos más horrorosos para una niña, pero para su mamá estuvieron en descuento la ocasión que los compro y aparte eran cómodos. Esa niña fui yo.


Lo que debía ser una etapa de aprendizaje y sano desarrollo, se convirtió en una pesadilla durante seis años, una niña de seis años que atravesaba por la separación de sus padres. Datos del INEGI revelan que, durante el año 2021 se registraron 149 675 divorcios. Los divorcios en el país se incrementaron en los últimos años. La tasa nacional de divorcios por cada 10 000 habitantes de 18 años o más pasó de 13.0 en 2012 a 16.9 en 2021.


Era el mes de agosto del año 2001, en la ciudad de Xalapa, Veracruz en una escuela muy conocida en la capital del Estado, “Enrique C. Rébsamen. No recuerdo que mi madre el primer día de clases me diera algún consejo o tuviera una plática conmigo sobre cómo debía relacionarme con mis nuevos compañeros y compañeras; al pasar los días sentía como me excluían los niños de mi salón, sentía como mi maestra se daba cuenta, pero parecía no importarle. Su indiferencia era como una sombra que me perseguía día a día.


Los mesa bancos del salón eran de madera, madera muy fría por las mañanas, yo llegaba muy temprano, podía sentir en mis huesos la exclusión de mis compañeros hacía mí, nadie se quería sentar conmigo.


Por dentro sentía horrible, la soledad estaba presente en mi vida en el ámbito familiar y en el escolar, mis compañeros recuerdo que ponían mi mochila en el bote de basura y cuando regresaba del baño, la encontraba y me llenaba de rabia y tristeza, un sentimiento que hasta el día de hoy me han generado traumas en cuanto a no sentirme suficiente.


La maestra se daba cuenta de la exclusión ejercida de mis compañeros hacía mí y no hacía nada; el acoso que sufrí fue constante y diario. En aquella época, las instituciones públicas como, por ejemplo; la Secretaría de Educación o la Secretaría de Seguridad Pública, no brindaban pláticas en el tema de prevención del acoso escolar.


El acoso escolar, incluye el acoso físico, psicológico y sexual, el psicólogo noruego Dan Olweus, acuñó en el año 1993 el término bullying para definir una forma específica de maltrato entre escolares. Nuestro país ocupa el primer lugar en casos de bullying escolar, según cifras de la Universidad Autónoma del Estado de México, dos de cada diez mujeres refieren han sido víctimas de esta situación.


Yo no sabía que lo que estaba sufriendo era violencia, en modalidad física, verbal y psicológica; Mis compañeros me decían “fea” “gusano” “pepino”, eran algunas palabras que me decían. Al pasar de los años fueron subiendo de tono las agresiones, me empujaban, me escupían, me aventaban agua, también recuerdo que cuando iba al baño, me alcanzaban y me aventaban agua por arriba de la puerta.


Cuando cursaba el 4to año de primaria, recuerdo que cantaban una canción cuando la maestra salía del salón y me la cantaban a mí … “Nadie me quiere, todos me odian, mejor me como un gusanito”.


Me aventaban bolas de papel y me gritaban cosas horrorosas. Eran niños y niñas de 9 años, hoy en día veo a niños de esa edad y no puedo comprender como es que podía existir tanta crueldad.


En algún momento me acerqué a mi maestra, para decirle lo que me hacían, pero no recuerdo que haya hecho algo, sólo recuerdo que cada día era un martirio para mí, todo el recreo me la pasaba llorando en el baño. Un sábado que me encontraba desayunando en casa y mi madre me envío por un cuchillo pensé en enterrarlo en mi vientre, ya no quería vivir. Yo sólo quería descansar del daño que recibía todos los días de la semana.


Cuando mi madre se separó de mi padre, se refugió en la religión y ahí te enseñaban que debías perdonar las ofensas y recuerdo que cada vez que yo le contaba a mi madre lo que me hacían, me decía que los perdonara, me pedía que olvidara los insultos que me hacían, incluso lo comparaba con lo que sufrió Jesús en la tierra.


Había una señora de nombre “Mary” era intendente en la oficina de mi madre y me recogía a la hora de la salida para llevarme a la oficina de mi madre en donde pasaba todas mis tardes, doña “Mary” hasta la fecha trabaja en la dependencia en la que actualmente laboro desde hace 8 años.


Así fue transcurriendo el tiempo, fui violentada, física, verbal y psicológicamente, una infancia llena de los peores sentimientos que un ser humano puede sentir, odio, tristeza, frustración, miedo, culpa, ira, enojo, horror, desprecio y suicidio.


Cuando cursaba quinto año de primaria, recuerdo que me prometí desde lo más profundo de mi interior matar a cada uno de mis compañeros, escribí sus nombres y me prometí que en cuanto creciera con una pistola iba a matarlos. Es aquí en donde me pregunto ¿Qué hubiera sido de mi vida si hubiera cometido tan atroz crimen?


Mi padre era policía, en ese tiempo comandante de un grupo de nueva creación que se dedicaba a desmantelar secuestros, antes de que mis padres se separaran para mí era normal ver un arma en casa, sin duda si en ese tiempo en el que yo quería matar a mis compañeros, hubiese tenido acceso a un arma, no lo hubiera dudado.


Recuerdo los nombres de los que más me molestaban mismos que consideró de personalidad “líderes” porque tenían el poder de que los demás repitieran lo que ellos decían, Judith, Teresa, Aldahir, Darío, Brandon por decir algunos nombres.


La mañana que pudo haber sido el multihomicidio, desperté acalorada, sudando y con un deseo de venganza muy profundo, quería que cada niño y niña que me había lastimado, sufriera y sintiera lo que yo sentía, que sus padres sufrieran, que lloraran como yo lo hacía.


Pasé muchas noches preguntándome ¿Por qué a mí?; Pensé de qué manera podía obtener una pistola, tenía meses que no veía a mi padre. Les digo algo… si en ese momento hubiera tenido un arma en casa, la hubiera llevado a mi salón y sin dudarlo habría disparado en la cabeza de cada uno de ellos. Ya no me importaba lo que podía pasar, porque lo más probable es que la ultima bala la pusiera en mi cabeza.


Ese día no pude concentrarme en mi clase, solo podía verlos con mucho odio y también se empezó a formar en mi interior un rechazo hacia mi madre, durante muchos años no la abracé. Yo me sentía indefensa y las personas que debían cuidarme no lo hacían.




Había una campana sumamente grande en la entrada de la escuela, era muy sencillo saltar un pequeño obstáculo ya que al final del pasillo de la planta alta daba a la campana, me le quedé mirando fijamente durante todo el recreo, quería aventarme desde la campana, pero en esa época era cobarde y no lo hice.


Me juré, recuerdo muy bien que me jure, terminar con sus vidas, en cuanto yo creciera. Actualmente en el año 2023 veo que son personas que llevan una vida miserable, se autodestruyeron solas.

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